Mi Bestia Interior

Mi Bestia Interior

mercoledì, settembre 21, 2011

Santiago de Chile

Parpadea / la luz de las antenas es el mantra que rezo.
107 Faunos. La Plata, Argentina.

Yo no tengo una ciudad que contar. No me interesa hablar de bares, lugares, lesbianas que se toman de la mano, borrachos que orinan en los árboles, drogados chetos que chocan sus autos, hipócritas, damas de los gimnasios, tipos que están solos, groupies del mes, pavimentos rotos, abogados, putas, ladrones, metegoles, cirujas. No veo Santiago porque el avión despega de noche, apenas hay unas luces y montañas negras como el cielo andino, como el Pacífico de los grandes escritores que intento ser. El avión se mueve un poco, se sacude pero no temo morir, sólo quiero ver algo de televisión, quiero volver a Observatorio para ser Gonzalo Toledo y escribir otro libro que me guste, para tomar algo de vino y sentarme con mi computadora a pensar en otras cosas. Más importantes. Como hacer música con las palabras. Podría querer un té, pero no estoy para eso. Estoy para dormir un poco y ver cómo empiezo la mañana, cómo esquivo la ciudad, cómo me quedo en casa unos minutos más. Cómo caminar sin parecer zombie, cuando la metáfora me harta y no la puedo esquivar. Llegar tarde es lo mío y lo malo es que no se puede cambiar el curso del tiempo. El Universo va a terminar así: cuando el tiempo retroceda y los que estén puedan asistir al Big Crunch. Yo prefiero no estar. No quiero ver. Pago mis deudas y me voy. Escribo y me voy. Es la manera de protegerme de todo esto. Me va. No tiene explicación. Soy el viento que me lleva a dónde él quiere. Soy una pieza del ajedrez, un robot, una película vieja, una cosa, una manzana verde, un avión que levanta entre el mar y los Andes. Una penumbra que no tiene solución.

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