Mi Bestia Interior

Mi Bestia Interior

lunedì, agosto 08, 2011

Otro anticipo.

O bien, han enloquecido y todo esto está ocurriendo en alguna clínica siquiatrica de la ciudad de Córdoba. ¿Conocen Córdoba? ¿Han estado allí algún día? No es de mis favoritas. La gente de por ahí no lee demasiado, no sé porqué será, pero no se les da por esas cosas. Y el Toledo este que no ayuda. Así no va. Hay que poner un poco más de esfuerzo. Los lectores quieren muchas páginas, no pocas. Pocas páginas hacen que un libro se lea muy rápido. Se lo digo a Toledo y a muchos otros, pero no. El problema de la novela no es nuevo y parece que ha perdido prestigio en los últimos 100 años. ¿Qué sentido tiene la novela? La vida no tiene sentido ¿qué sentido debería tener una novela? Una colección de páginas que intentan articularse en torno a una voz, a un pequeño fragmento de la materia. Sin poetas estaríamos mejor, pero no hay nadie que se ponga en el riesgo de escribir una novela. ¿Para contar qué? El Toledo que aquí nos convoca parece haberse propuesto escribir una novela en la que la acción no existe. No hay un argumento. Son unos tipos que están muertos y que se enfrentan a sus propias conciencias. Para ver qué hacer después de eso. ¿Asumirán que la muerte no tiene sentido? ¿Esquivará este autor la tentación de volver a caer en su deformidad de la mitología? ¿Habrá alguno que tome el papel de Caronte en esta novelita? Será que es momento de dejarlos con los personajes. ¡Ah! Un consejo: no se tomen esto como las pretensiones intelectuales de un proletario. Ya lo dijo Orwell, no hay una literatura del proletariado, porque no son una clase dominante. Eso me lleva a pensar que tal vez yo, como el espectro de la Literatura que soy, estoy jerarquizando esta obra que no está escrita por un hijo de las clases acomodadas y por ende no pertenece a la recua de los escritores. Al cardúmen de los que escriben bien, a pesar de sus propios textos que no sabemos si han escrito porque son escritores dados a no publicar mucho y a escribir más bien nada. Me cansé, regreso en cinco minutos.

¿Entonces? ¿Qué está pasando?

Ustedes, todavía aquí y yo, todavía al piano. The Hell!

¿Cómo?

Nada, nada. Me pregunto porqué no se van a dar una vuelta por ahí y me dejan un momento a solas, con mi piano.

¿Cómo aprendió tantas canciones?

No sé. No sé cómo aprendí a tocar este instrumento. ¡Qué puedo decir de las canciones!

Usted no debería darle tanta importancia a las cosas que nosotros le preguntamos,

¡Eso! No se haga problema, tío. Somos así, distraídos, ignorantes como dice usted. No queríamos molestarlo. Sólo nos llamaba la atención que tocara una canción que para nosotros era tan familiar.

Exacto. Y nos causó gran curiosidad que nos dijera que no sabía el nombre.

¡No sé! No sé lo que toco. No sé cómo me llamo.

A todos nos come el león.

¿Qué?

Que nos come el león. Que no sabemos de qué se trata esto.

¿Esto?

Sí, esto. Lo de estar muertos.

Pero no queríamos ir tan lejos con las preguntas. Nuestra idea era saber si estaba tocando esa de Tengo un amor en la calle.

¿Otra vez? ¿Cuántos siglos van a seguir haciéndome esa pregunta? Ya les había dicho, allá en la negra noche de los tiempos, que yo no sé tocar el piano y mucho menos sé los nombres de las canciones.

¿Las canciones tienen nombres?

Bueno, quise decir títulos. Títulos de canciones.

Claro.

Claro... no se aflijan. No me han hecho fastidiar. No me sé los títulos de las canciones, no sé cuándo y cómo aprendí a tocar. Todo está muy cambiado aquí, pero luego se vuelve igual. Ya veremos cómo sigue. Ahora, les pido que se alejen.

Lo veremos en otro momento.

¿Cómo?

Es una forma de hablar. Lo dejamos tranquilo. Hasta la próxima.

‘Till the next time we say goodbye”.

‘Till the next time we say goodbye?” ¿Qué fue eso?

Oh, vos también. No fue nada. Me pareció que el tío este se quería quedar solo. Tendrá cosas que hacer o que pensar. No tiene ganas de hablar con nosotros y no somos de gran ayuda.

Es que no sabemos qué decir. No sabemos hablar.

No aprendimos.

No.

¿No?

Nunca supimos.

Es cierto.

¿Es cierto?

¡Sí!

Mejor, no hablemos más de estas cosas y tratemos de pensar de otro modo.

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