Mi Bestia Interior

Mi Bestia Interior

mercoledì, ottobre 24, 2007

La hora del scotch

¿Y cuándo fue que me convertí en una mala palabra? Me evitan, como si tuviera lepra o algo así. Me tendré que contentar con vivir en las afueras de la ciudad y pasar frío bajo la noche estrellada del desierto, más allá de las murallas. ¿Golpear las puertas? Una pérdida fatal de tiempo. Me levanto de la cama, pensando estupideces como estas. Pongo algo de música en mi súper stereo de alta fidelidad, me enrosco un pañuelo de seda en el cuello y me calzo mis cómodas pantuflas. Sacó un cigarro de uno de los bolsillos de mi bata roja brillante y lo enciendo con mi encendedor de oro que tiene grabada estas palabras "Aquilae non capit muscas". Me rasco por detrás la oreja derecha y me recuesto sobre mi mecedora importada de Oriente, que huele a madera fina y a opio. Suena el telefóno. Es ella. Me tiro boca arriba en mi alfombra persa y juego con mi mano derecha sobre el suave, cómodo, cálido y estupendo tejido. Imagino que ella llegará pronto y que haremos nuestras cosas, sin ternura, sobre este magnífico sofá de cuero que me trajeron de allá. Termino la conversación y busco otro vaso de scotch sin hielo, como debe ser. Ahora, que navego por aguas tranquilas, veo llegar el momento de actualizar mi equipo tecnológico. Necesito muchas cosas, un nuevo stereo, otra pantalla gigante, otro sistema de audio para el baño, que sigue siendo mi lugar favorito. No permito que nadie entre allí, por eso tengo mi baño para las visitas, para las chicas. Aquí no entran hombres. Sigo necesitando más tiempo para mí, además el dinero fluye hacia mí y no tengo tiempo para gastarlo.

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